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El cuento de «El muñeco de nieve» ⛄️

Empieza a hacer frío, la niebla inunda las calles, la nieve cae del cielo y de repente…¡magia! Algo cobra vida, ¿qué crees que será?

El muñeco de nieve cobrando vida en medio de la noche

Día 4:El muñeco de nieve

¿Te gusta hacer muñecos de nieve cuando nieva? ¿Le pones sombrero o gorro de lana y una nariz de zanahoria?

Y si te dijera que a veces la magia se junta con la nieve y los muñecos de nieve pueden cobrar vida.

Sigue leyendo y descubre la magia del cuento de «El muñeco de nieve»

«El muñeco de nieve»

Nevaba, nevaba y nevaba. Y después de unas horas, todo se había llenado de un manto blanco. Un grupo de niños salió a jugar. Bajo sus botas crujía la nieve. El aire estaba frío pero los rayos del sol empezaban a salir entre las nubes. Decidieron hacer un muñeco de nieve. Con manos abrigadas por guantes de lana, rodaron tres grandes bolas de nieve y las apilaron unas sobre otras.

Querían que les quedara lo más real posible y que no le faltara detalle. Un sombrero viejo del abuelo, una bufanda roja para el cuello, dos trozos de carbón para los ojos, otros un poco más pequeños para la boca y una zanahoria para la nariz. Finalmente, colocaron ramas como brazos y tres botones en su pecho. Cuando terminaron, se alejaron para admirar su obra.

—¡Es el mejor muñeco de nieve que hemos hecho!—dijeron.

Esa noche, cuando todo estaba tranquilo y la Luna iluminaba la nieve con su luz plateada, algo mágico sucedió. El frío viento de invierno sopló suavemente sobre el muñeco, y, de repente, abrió los ojos. ¡El muñeco de nieve había cobrado vida!

Miró a su alrededor, maravillado por el mundo. La nieve brillaba como si entre ella hubiera millones de diamantes, y el cielo estaba lleno de estrellas. Con pequeños saltos torpes, comenzó a caminar por el jardín. Vio las luces de las casas, escuchó el suave susurro del viento y sintió el frío del invierno en su piel helada.

Mientras exploraba, encontró un pequeño pajarito tiritando en una rama. El muñeco de nieve se quitó la bufanda roja y envolvió al pajarito con cuidado.

—No quiero que tengas frío—dijo con una sonrisa. El pajarito trinó agradecido y se acurrucó entre la lana.

El muñeco siguió caminando y se encontró con un conejillo que escarbaba en la tierra helada buscando comida. Sin dudarlo, el muñeco se quitó la zanahoria que tenía por nariz y la dejó en el suelo. El conejo rápidamente le echó un mordisco.

Pronto oyó un corzo moverse entre unas zarzas. ¡Se había quedado atrapado! El muñeco cogió una de las ramas que tenía por brazos e intento abrirle paso al pequeño animal para que pudiera salir. Y lo consiguió. El corzo, al principio se asustó, pero después lamió la fría nieve de su cara, agradeciendo su ayuda.

Al amanecer, los niños salieron corriendo al jardín para ver a su muñeco de nieve. Aunque estaba un poco desaliñado, sin bufanda, sin nariz, sin un brazo, y tenía la nieve fuera de lugar, los niños notaron algo especial: una sensación mágica en el aire.

Durante todo el invierno, los niños cuidaron del muñeco de nieve, y él, en secreto, cuidó de ellos. Cuando llegó la primavera y el sol comenzó a derretir la nieve, el muñeco sabía que estaba llegando su fin. Pero no estaba triste. Sabía que había hecho su parte, alegrando a los niños durante el invierno.

Al final, cuando solo quedó su sombrero y sus ojos de carbón, los niños prometieron que, en el próximo invierno, volverían a construirlo. Y en algún lugar del aire fresco del invierno, se podía sentir una sensación cálida, como si el muñeco de nieve hubiera dejado un pedacito de si en cada copo.

¿Y de quién es este cuento?

Esta historia es una reinterpretación inspirada en el clásico «El muñeco de nieve» de Hans Christian Andersen .

En este caso, el muñeco de nieve simboliza la efímera belleza de la vida y la capacidad de dar sin esperar nada a cambio. A través de sus actos altruistas, el cuento invita a reflexionar sobre cómo los pequeños gestos pueden transformar el entorno, dejando una huella de cariño, amabilidad y generosidad en quienes nos rodean.

¿Sabes cómo se forma la nieve?

Parece magia, pero es algo natural. La nieve comienza en las nubes. Las nubes están hechas de pequeñas gotas de agua que flotan en el cielo. Cuando hace mucho frío, esas gotas de agua se congelan y se convierten en cristales de hielo.

Estos cristales de hielo se juntan y forman copos de nieve. Cada copo de nieve tiene una forma especial, como una estrella, y no hay dos copos iguales, ¡todos son únicos!

Cuando hay muchos copos en las nubes y están listos para caer, se precipitan a la tierra. Esto sucede cuando el aire está muy frío, porque si no hay temperaturas bajas, en lugar de nieve, cae lluvia.

Cuando la nieve toca el suelo, se acumulan y cubren todo con un manto blanco. ¡Es por eso que podemos jugar con la nieve y hacer muñecos o lanzarnos bolas! La próxima vez que veáis nevar, fijaos a ver si descubrís las diferentes formas que esconden. Hay de muchos tipos.

Si a tu peque le gustan los cuentos con nieve y mucho mucho frío, no os perdáis el cuento de» La reina de las nieves» de nuestro Calendario de Adviento del año pasado.

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