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La fábula de la cigarra y la hormiga 🐜

Esta historia nos recuerda la importancia de la previsión, el esfuerzo y la solidaridad, valores que cobran especial relevancia en esta época del año.

La cigarra y la hormiga en el campo en primavera

La cigarra y la hormiga

Sello calendario de adviento la cigarra y la hormiga

Hoy, en nuestro calendario de Adviento, traemos una clásica fábula de Esopo con un toque navideño: «La cigarra y la hormiga».

Esta historia nos recuerda la importancia de la previsión, el esfuerzo y la solidaridad, valores que cobran especial relevancia en esta época del año.

¿Qué sucederá cuando el frío llegue? Acompáñanos a descubrir cómo esta historia nos enseña que el trabajo duro y la generosidad pueden iluminar incluso las noches más frías.

La cigarra y la hormiga: un clásico adaptado para navidad

En un bosque cubierto de nieve, la cigarra, conocida por su alegre canto, saltaba de rama en rama. Desde la primavera hasta el otoño, había pasado sus días cantando melodías que llenaban el aire de alegría, sin preocuparse mucho por guardar comida o construir un refugio para el invierno.

Mientras tanto, la hormiga trabajaba incansablemente. Día tras día, recogía provisiones, construía su pequeño hogar bajo tierra y lo llenaba de bayas, granos y hojas.

Cuando llegó el invierno, el bosque quedó en silencio. Las ramas desnudas temblaban bajo el peso de la nieve, y la cigarra, que nunca había pensado en los días fríos, se encontró hambrienta y tiritando de frío. Sin saber a dónde ir, recordó la casita de la hormiga, que había sido su vecina durante todo el verano.

—Quizás ella pueda ayudarme —pensó la cigarra, esperanzada.

Se acercó a la puerta de la hormiga y tocó suavemente. Desde dentro se escuchó el crujir de pasos pequeños, y luego la hormiga abrió la puerta, mirando a la cigarra con sorpresa.

—¡Hormiga, por favor, ayúdame! No tengo comida ni un lugar donde resguardarme del frío.

La hormiga frunció el ceño.
—¿Y qué hiciste durante el verano, mientras yo trabajaba sin descanso?

—Canté —respondió la cigarra con un hilo de voz—. Canté para alegrar el bosque y para que tú también tuvieras compañía en tu labor.

La hormiga reflexionó un momento. Ciertamente, los días de trabajo duro habían sido menos solitarios gracias a las canciones de la cigarra. Después de todo, ¿no era Navidad un tiempo de generosidad y perdón?

—Está bien, cigarra —dijo finalmente—. Entra. Compartiré mi comida contigo, pero con una condición: cuando llegue la primavera, trabajarás junto a mí para prepararnos para el próximo invierno.

Los ojos de la cigarra se iluminaron.
—¡Por supuesto! Gracias, hormiga, no olvidaré tu bondad.

Y así, juntas pasaron el invierno en la calidez del hogar de la hormiga, compartiendo historias y aprendiendo la importancia del esfuerzo y la solidaridad. Cuando llegó la primavera, la cigarra no solo cantó, sino que también trabajó, asegurándose de que el próximo invierno fuese más fácil para ambas.

Desde entonces, en el bosque se dice que la Navidad no es solo un tiempo de regalos, sino también de dar segundas oportunidades y aprender a ayudarnos unos a otros.

Banner la cigarra y la hormiga

¿Para qué servían las fábulas como «La cigarra y la hormiga»?

Imagen de portada de libro de fábulas de esopo, como la fábula de la cigarra y la hormiga

Las fábulas, una de las formas de narración más antiguas del mundo, nacieron con un propósito claro: transmitir enseñanzas de manera sencilla y memorable. En tiempos donde gran parte del conocimiento se compartía oralmente, estas historias breves, protagonizadas generalmente por animales, eran herramientas ideales para enseñar valores y lecciones prácticas sobre la vida.

Aunque hoy las asociamos principalmente con niños, en la antigüedad las fábulas estaban dirigidas a adultos. Escritores como Esopo o, más tarde, Samaniego y La Fontaine, utilizaban estos relatos para hablar sobre prudencia, solidaridad o astucia, valores esenciales en cualquier época. La fuerza de las fábulas reside en su capacidad para ilustrar conceptos complejos a través de historias simples y universales.

Por su formato corto y su moraleja clara, eran fáciles de recordar y compartir en plazas, mercados y hogares, convirtiéndose en una forma eficaz de educación y reflexión colectiva. Así, las fábulas no solo entretenían, sino que también ayudaban a construir una sociedad más sabia y consciente.

Si quieres disfrutar de otra fábula de navidad como la de «La cigarra y la hormiga» puedes visitar nuestra versión de «El congreso de los ratones».

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