
Calendario de adviento: día 24
¿De qué manera se te ocurriría a ti conseguir hacer una rica sopa teniendo solo una piedra? ¿Crees que es posible sin la ayuda de la magia?
Pues sigue leyendo y descubre como el protagonista de nuestra historia lo ha conseguido.
Índice
La fábula de la sopa de piedra
En un frío y desolado pueblo, un viajero hambriento llegó una tarde de invierno. Su estómago roncaba de hambre, pero el pueblo estaba en silencio, y no había nada para comer. Las casas estaban cerradas, y los aldeanos, aunque pobres, no estaban dispuestos a compartir lo poco que tenían.
El viajero, con su capa gastada y su mirada cansada, decidió pedir algo de comida, pero pronto se dio cuenta de que nadie quería ayudarlo. Nadie quería compartir sus escasos recursos con un extraño.
Entonces, tuvo una idea. Sacó un guijarro de su bolsa, lo sostuvo en sus manos y anunció:
—¡Voy a preparar una sopa mágica de piedra!
Los aldeanos, curiosos y algo desconfiados, se acercaron para ver qué hacía el viajero. Colocó el guijarro en una olla de agua hirviendo, removió y, mientras lo hacía, murmuró:
—¡Qué deliciosa sopa de piedra será esta! Pero solo falta un poco más de sal, ¿alguno de ustedes tiene?
Un aldeano, intrigado, decidió ofrecer un poco de sal, aunque sin mucho entusiasmo. El viajero siguió cocinando, y luego dijo:
—¡Ahora falta un poquito de zanahoria para darle sabor!
Alguien más se acercó y ofreció unas zanahorias. Cada vez que el viajero añadía un ingrediente, más aldeanos se acercaban, aportando lo que tenían: cebollas, patatas, pan, y un trozo de carne. Mientras el fuego crepitaba, los aldeanos comenzaron a colaborar, trabajando juntos para preparar una comida.
Finalmente, la sopa estaba lista, y no era solo una sopa de piedra. Había ingredientes frescos y sabrosos que todos habían aportado. El viajero, sonriendo, invitó a todos a sentarse alrededor del fuego para disfrutar de la sopa. La magia de la sopa de piedra no estaba en la piedra, sino en la unión de las personas, que al colaborar, crearon algo maravilloso.
Esa noche, los aldeanos no solo compartieron una comida, sino que aprendieron que juntos podían superar cualquier dificultad. La sopa del invierno mágico se convirtió en una tradición en el pueblo, recordándoles cada Navidad que la generosidad y la cooperación traen lo mejor de todos.
¿Qué nos enseña esta fábula?
La fábula de la Sopa de Piedra nos enseña muchos valores, pero también nos muestra lo que no enseña. Aquí hay algunos aspectos que la fábula no promueve:
Aunque la historia es sobre colaboración y compartir, no sugiere que uno pueda recibir algo sin dar algo a cambio. El viajero, aunque parece ser el que tiene la idea inicial, invita a todos a contribuir con lo que tienen, por poco que sea. La moraleja aquí es que todos tienen algo que ofrecer, y el trabajo conjunto puede crear algo grande. No promueve la mentalidad de «recibir sin esfuerzo».
El viajero podría haber simplemente pedido ayuda o aprovechado la bondad de los aldeanos, pero en lugar de eso, utiliza la «sopa de piedra» como una excusa para hacer que todos colaboren. Esto resalta que el valor de la acción está en el esfuerzo conjunto, no en aprovecharse de los demás o pedir más de lo que uno necesita.
Aunque la «sopa de piedra» parece una solución mágica y sorprendente, en realidad es una metáfora para la magia que ocurre cuando las personas colaboran y comparten lo que tienen. Nos enseña que las soluciones fáciles o milagrosas no existen sin esfuerzo o participación.
El viajero podría haber pasado el día esperando que los aldeanos le dieran comida sin pedirles nada a cambio, pero decide actuar para crear una solución que involucra a todos. La fábula no promueve la pasividad ni esperar que otros hagan todo el trabajo. La acción y la colaboración son claves.
¿Encuentras los ingredientes para cocinar la sopa de piedra?
Si quieres puedes ver la solución en nuestro Pinterest o en las historias destacadas de Instagram.

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